jueves, 17 de julio de 2008

Primogénito, "se hace camino al andar".



Nació en 1972, con dos papis comprometidos en las utopías setenteras. Papi construyendo el Canal de la Solidaridad, que llevaba agua desde el sur hacia el norte del territorio, mami urbanista y territorialista, para una sociedad más equitativa.

Cuando van pasando los años, es probable que podamos olvidar hasta la fecha de nacimiento de un hijo; yo, podré olvidar que fue un 5 de agosto cuando nació Felipe, noche en que buscábamos una maternidad privada con desesperación y estaban todas tan llenas; parece que nacían muchas guaguas, había mucho dinero y pocos artículos adquiribles. Como a la tercera maternidad, logré ingresar, ya estaba muy avanzado el proceso de nacimiento.

Lo que no podré olvidar, es el día en que caminó. Era un niño relajado y muy amoroso; primer nieto, primer sobrino y primer hijo, estábamos todos muy chochos y nos peleábamos para tomarlo en brazos durante las noticias y durante las teleseries. Aun el no andaba, no era necesario, se dejaba regalonear. Dormía en brazos de uno, comía en brazos de otro, paseaba feliz, con sus dos abuelas en un desvencijado coche, de fabricación nacional, al que se le salían las ruedas a cada rato. Crecía relajado, cariñoseado y risueñito, escuchaba rondas infantiles de Maria Elena Walch, veía Pim Pon, sus comidas eran caseras, a veces merluza congelada, a veces chancho chino, los juguetes eran no bélicos, los zapatitos, heredados de algún primo, la ropita artesanal y los pañales lavados en casa con “jabón gringo”. La vida iba plácida, papá trabajando, mamá estudiando, abuelos y tías regaloneando, él en unos cálidos brazos, hora tras hora, día tras día.

Pero, llegó un día, diferente. De un día plácidamente rutinario y protegido, Felipe, pasa a un día diferente, donde durante algunas horas, él no fue el centro de atención. Un día cualquiera, sin imaginarlo, sin buscarlo y sin quererlo, ese día, por largas horas, dejó de ser el centro de la familia.

Fue en septiembre y esa noche, durante las noticias, Felipe caminó solo, con sus pañales, manteniendo un precario equilibrio, muy pequeño aun, como en un instinto de supervivencia, caminó. Tenía 1 año, 1 mes y 8 días y cruzó, sin dudar, sin captar atención de ninguno de los adultos, serios y concentrados. Cruzó una larga habitación, de una casa grande, de Avenida Perú. Cruzó el living, mientras a través suyo, los adultos, en increíble silencio y con frió en el alma, mirábamos la TV donde 4 severos generales nos instruían acerca de nuestro futuro y acerca del bien y del mal. Era el 11 de Septiembre de 1973; era de noche, cuando Felipe cruzó la habitación, sin que ninguno de los presentes lo detuviera. Esa precisa fecha y la situación en que mi hijo caminó, nunca la olvidaré.

Y, como la vida continuó, volvió a nuestros brazos caminando y el regaloneo, tambien continuó. Jugó a la paz casi toda su primera infancia, los robots e intergalácticos eran buenos, la lectura iba desde El Principito, pasando por “Don Quejumbre no hace nada” o ¨Pedro Urdemales” de Editorial Quimantú, muchos dibujos y frases de Mafalda a escala natural, rodeando la pieza completa. La primera pistola de juguete, la sacó de un basurero, era plástica y estaba media quebrada, así, igualmente fue su mayor tesoro, pudo disparar e igualarse a los demás niños. Recién pasados los 3 años, igual como cuando caminó, de repente, leyó sus primeras palabras, ni mas ni menos que en El Mercurio, algún titulo de letras grandes que probablemente no compartíamos; ¡¡ contradicciones de la vida ¡¡¡¡. Tuvo tempranamente, mucha música, porque siempre pensamos que un hobby del terreno de las artes, permitiría aminorar cualquier situación difícil de la adultez; así, esta decisión, impulsada por nosotros en su infancia, la ha mantenido, con bastante pasión hasta el día de hoy.

Cuando llegó el instante de decidir colegio, nos enfrentamos a una de las decisiones más complejas; muchos contemporáneos optaron por colegios que eran nichos ideológicos. Para nuestro hijo, optamos por el Colegio San Ignacio, Alonso Ovalle, fue lo mejor decisión para muchos setenteros que buscábamos, desesperadamente, un espacio de paz, de libertad y de desarrollo intelectual para nuestros hijos. El Director de esa época, Renato Hevia, lo comprendió en la despedida de cuarto medio, cuando le confesé, emocionada, que llegamos buscando un remanso democrático, mas que formación cristiana y que sin embargo, nos íbamos tan enriquecidos y plenos de espiritualidad, en el mas amplio sentido. Guardo esa etapa entre mis grandes alegrías y como la mejor decisión tomada. Felipe fue muy feliz y se desarrolló integralmente, en el terreno de la ética, del pensamiento libre, de juicios críticos, con búsqueda de excelencia, sentido de justicia y solidaridad. Los retiros, el trabajo en industria o el apoyo a mapuches, conviviendo y compartiendo esa realidad, fueron realmente experiencias formadoras muy importantes.

Así, creció y se formó, este estupendo hijo adulto que tengo hoy; considero que tomamos buenas decisiones. Por ello, también me siento privilegiada, privilegiada de “mi historia”; idealista para crear y para soñar, realistas para vivir, para educar y para crecer.

Bien, por el primer hijo, donde aprendimos haciendo camino al andar y donde el aprendió, observando aciertos y desaciertos y tamizando lo mejor.

Un gran beso para ti, Felipe, eres lo máximo, te adoro y adoro conversar contigo, porque me encanta descubrir nuestras diferenciadas y sentirme, tantas veces, superada con tus amplios raciocinios.
Habrán otros capítulos, no reclames.

lunes, 14 de julio de 2008

Generacion del 70




¿ Cuando años han pasado desde cuando estaba en mi primera juventud ?.

Han pasado casi 40 años, tanto y tan poco ¡¡¡¡¡. En lo personal, estaba iniciando mi proceso de autonomía y libertad, estaba viviendo el primer amor, experimentando mis propias decisiones, estaba, intensamente, soñando en mi futuro profesional, ciudades armoniosas, viviendas dignas, equipamientos sociales, villorrios para la reforma agraria, ordenamiento territorial con equidad; se hablaba de planificación, estaba inserta y confiada, en las grandes utopías del mundo.

Cada joven podrá pensar que le tocaron tiempos especiales sin embargo creo que ésos años fueron particularmente, años de cambios, grandemente significativos, en sus profundas transformaciones, individuales y colectivas, con matices positivos y negativos, que nos hicieron crecer, dependiendo de la resiliencia con que cada uno los abordó.

Ser setentera, para mí, es motivo de orgullo. Con todo, lo que me ha tocado vivir, con sus altos y con sus bajos, me considero una generación muy privilegiada. He vivido profundos cambios del mundo, cambio de mi país y cambios de mi misma. He vivido el surgimiento y la caída de utopías, he vivido el autoritarismo, he vivido mitos y realidades, he vivido certezas e incertezas, he soñado, he llorado, he desarrollado independencia de criterio, he ampliado el juicio critico, he re-mirado y finalmente, he re-soñado. En el mundo de la ciencia podría decirse que partí con la fuerza de gravedad, pasé por la teoría de la relatividad, y apuradita, trato de barnizarme acerca de la mecánica cuántica que rompe los paradigmas de la física tradicional con sus incertidumbres y sus indeterminaciones. Esa es mi generación setentera, en esencia.

Capitalismo, liberalismo, socialismo, humanismo, hippismo, ambientalismo, muchos “ismos”, forman parte de los conceptos estructurantes de unos u otros grupos, o momentos de mi juventud y de mi vida, en general, que traté de entender con mucha pasión. Otro aspecto, para considerara, es que tratábamos de entender el mundo, de aprender y aprehenderlo, participar y estar vigentes; todo ello, disponiendo de pocos medios; radios publicas o clandestinas, escasos prensa nacional, una que otra revista con pocas imágenes, la mayoría bastante distantes de la ocurrencia de los hechos, escasa imparcialidad informativa. Nos nutríamos de libros muy ajados, de largas conversaciones, de muchas charlas, foros o conferencias y, de vez en cuando, de noticias fílmicas atrasadas, exhibidas en algún cine de barrio. En mi infancia, muchas veces, nos nutríamos en una viejísima librería de libros usados que estaba en la calle Esperanza, cuyo dueño era amigo de mi padre. No recuerdo bien como llegábamos ahí, ni con que frecuencia íbamos. Solo recuerdo que yo sentía, desde muy pequeña, que ese negocio, con sus rumas desordenadas, sus estanterías artesanales y sus olores a tinta o papel viejo, era así como sagrado y que ese ancianito que hoy recuerdo con aspecto de Viejito Pascuero, era muuuuy respetable y yo adoraba ir a su negocio, un Domingo cualquiera, saliendo cargada de cuentos, de revistas delmundo, tomos de enciclopedias sueltas o simples imágenes grabadas en mi cabeza, que me habian encatado.

Así, me tocó navegar sobre olas cambiantes, a veces plácidas y a veces turbulentas; mi balance dice que tuve dos privilegios:

- vivir la pasión por leer y tratar de entender tantas corrientes intelectuales, económicas o filosóficas que marcaron mi época y que acontecieron en distintos rincones del mundo, en el transcurso de no tantos años

- haber mantenido ciertos principios y coherencias adquiridos en mi temprana formación humanista, me permitieron un cobijo que en cualquier realidad se pueden aplicar, en lo laboral y en lo personal, porque día a día, me han podidos dar una nueva satisfacción.

Desde el ámbito profesional, me fue posible hacer aportes a la sociedad y contribuir al cambio, con un granito de arena, trabajé en gestión y políticas sociales, dejando de lado intereses personalistas que me pudieron aportar dinero pero nunca esa magnifica satisfacción que sentí tantas veces; en el ámbito personal, he practicado el respeto y la solidaridad con los otros, siempre, cualquiera sea su origen, su pensamiento, su condición social sin pensar cuanto podía perder o ganar. He mantenido el sentido de justicia y de dignidad a toda prueba.

Puedo decir que ambas cosas me enorgullecen y de alguna manera la he traspasado a mis hijos; mirarse hacia adentro para vivir en libertad y en conciencia, con responsabilidad, con amor al trabajo como algo realizador, con principios éticos y “estéticos” a toda prueba. Ellos, han encontrado también su camino al desarrollo personal, a su manera, en su propio campo y en su propio momento; en distintas áreas han buscado el conocimiento por excelencia, con honestidad y sin transgresiones a sus pares.

Siento nuestra juventud setentera, representada en esta frase de Lin Yu Tan:

“… nuestros intereses intelectuales crecen como un árbol o fluyen como un río. Mientras haya savia adecuada ha de crecer de algún modo el árbol, y mientras haya agua del manantial el río seguirá corriendo.”

(gracias Alida, esta frase me vino como anillo al dedo y gracias Paloma, por esa ilustracion que exhibiste nada menos que en Paris, la cuna setentera y que es muy loca y muy optimista, tambien me vino como anillo al dedo. )

viernes, 4 de julio de 2008